En los últimos tiempos se habla mucho de las recomendaciones sobre el consumo de agua para mejorar nuestra salud: que debemos beber más, que es recomendable ingerir al menos dos litros de agua al día y que nuestro organismo necesita estar bien hidratado para funcionar adecuadamente.
Estas premisas son ciertas y deben aplicárselas quienes nunca “tienen sed”, no beben o solo ingieren líquidos durante las comidas principales (desayuno, comida y cena) y se olvidan de beber el resto del día. Pero ¡no exageremos!
No es simplemente beber, es beber agua saludable
Nuestro cuerpo es agua en un alto porcentaje y debemos reponerla para mantener esa proporción. Los propios alimentos que ingerimos la contienen y su metabolismo, además de nutrirnos, nos hidrata. Aún así, el agua es un alimento indispensable sin el que no podemos vivir: sacia la sed, contribuye a una alimentación saludable, hidrata nuestro organismo y elimina las impurezas que en él se encuentran.
No es simplemente beber, es beber agua saludable.Puedes elegir entre el agua del grifo y la que venden embotellada. Sus propiedades no son exactamente iguales, ni siquiera lo son todas las aguas envasadas, pues de las etiquetas se desprende que su composición química es diferente. De todas maneras, ninguna aporta calorías y no “sabe” a nada, por lo que es imposible que no te guste.
Adáptalo a ti
El agua mineral natural es pura desde su origen, sin tratamientos químicos o microbiológicos, mantiene constante su contenido en minerales y oligoelementos y se envasa tal como mana de la fuente natural de la que se obtiene. El hecho de que su composición química sea estable y reconocible resulta fundamental para controlar la ingesta de componentes químicos que pueden afectar al funcionamiento del organismo:
- Los hipertensos deben ser cuidadosos con el contenido en sodio, que puede afectar a su tensión arterial. Deben comer sin sal para mantener el sodio bajo y, si el contenido en el agua es alto, el sodio llegaría igual a su organismo. Mira las etiquetas y elige la que tenga menor cantidad.
- Los que padecen problemas renales y forman piedras con facilidad deben elegir un agua con un contenido en calcio bajo, para prevenir su aparición y/o evitar su aumento de tamaño.
Otra opción es elegirla con gas, lo que plantea ciertas ventajas ya que las burbujas son beneficiosas para las digestiones pesadas al estimular la secreción de los jugos gástricos y colaborar en la disolución de las piedras del riñón. Como inconvenientes, señalar que resulta inadecuada para personas con acidez de estómago, flatulencia o hernia de hiato.
A quienes de verdad aborrecen el agua se recomienda beber infusiones, prepararse zumos naturales y mezclarlos con agua, añadir cubitos de hielo a lo que beben, cocinar caldos vegetales para aprovechar las propiedades vitamínicas de las verduras o caldos de carne ricos en proteínas, etc. Otra posibilidad es acudir a algún balneario cercano para conocer y disfrutar de las propiedades terapéuticas de sus aguas, cuyas cualidades las hacen buenas para el riñón, el hígado, la piel, etc.
Procura evitar las bebidas azucaradas y envasadas (refrescos) porque no sacian tu sed, aportan muchas calorías y tienen demasiado gas. Elige zumos sin azúcar y con pocos conservantes y estabilizantes y, sobre todo, bebe agua abundantemente (salvo orden contraria de tu médico). Aprovecha cualquier momento para beber: antes del desayuno, con el café de media mañana, con la tapa del mediodía, en el trabajo, etc. Olvídate de ideas preconcebidas y hazlo aunque no tengas sed.
Por Carmen Reija